martes, 23 de agosto de 2011

Cheers!!


Me llamo Maribel y soy mitómana.
Sé que es una confesión dura, pero tenía que hacerla. Si no, no tendría sentido que en mi viaje al oeste hubiese dormido en un motel temático de "Lo que el viento se llevó" en la habitación Escarlata O'Hara, que hubiese tocado la barandilla de la escalera de Mark Twain i(esto por recomendación de mi bestfriend) maginando que él también lo hacía cada vez que bajaba, no hubiese ido a la escena del reencuentro entre la Streisand y el Redford en Central Park o al edificio Dakota. Esto hay que asumirlo. Es así.

Y uno de mis mitos fue, durante años, la serie de tv Cheers. En esta serie, localizada en un bar de Boston, se cruzaban las vivencias de un conjunto de personajes a cual más variopintos: la camarera repipi, un cartero listoquetelisto, un oficinista al que le gustaba el alterne y la cerveza, una segunda camarera ácida no... lo siguiente, el entrenador que ponía copas, un psiquiatra que estaba fatal, un camarero forrestgump y mi personaje favorito: el fantástico Sam Malone.

Más alla de que en sus años mozos (y mucho más allá, no hay más que verle ahora mismo en la serie "Damages") Ted Danson estaba de tomapanymoja, el personaje de Sam Malone era absolutamente adorable y tierno. Un famoso ex jugador de Baseball, retirado por una lesión, con un concepto fantástico de si mismo. Mujeriego e inocente. Una rubia en toda la extensión del término.

Esta serie coral que se diría ahora nos hizo reír durante 11 años. Sin dejar de conseguirlo en un solo episodio. Y con lo caras que están las risas, ya tiene su mérito.

La primera vez que vine a Boston no pasé por Cheers. Pero en esta ocasión era una visita que no quería dejar de hacer. Así que, cuando salimos del hogar del jubilado gay, nos dirigimos hacia este famoso bar. Cruzamos un enorme parque, media ciudad (yo creo que el GPS de Ketch nos vaciló un poco) y al final lo divisamos: los toldos colór crema, la barandilla de hierro y el famoso cartel que con el dedo nos indicaba el camino :)

Solo un mitómano puede comprender la ilusión que sentí en ese momento. Era como haber llegado al bar de unos amigos, aquel en el que uno se siente bien, comprendido, en casa. A veces uno quiere ir a donde todo el mundo sabe tu nombre...

Bajamos por la estrecha escalera y abrimos esa puerta que tantas veces abrieron nuestros personajes. El lugar no es exactamente igual porque la serie se rodaba en un decorado, pero tanto da... es una versión algo menor pero sirve.
De repente diviso la banqueta donde se sentaba Norm y me siento en ella. Miro hacia la barra donde un guapo chicho (lástima que no fuese Sam) me sonríe. Y tengo unas ganas infinitas de decir aquello de: "¡¡Buenas tardes a todos!!" sólo por el placer de escuchar a todos los del bar coreando aquello de... Norm!!



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