sábado, 8 de agosto de 2009

Yale



Ayer temprano y con un día soleado por delante cogí el coche en dirección a New Haven (quien me iba a decir a mí que por estas casualidades de la vida iba a estar en la ciudad que da nombre a mi empresa proveedora..). Carmen ya me había dicho que no era una ciudad especialmente interesante, y eso mismo me pareció a mí mientras atravesaba un enorme puente con atasco incluido. O quizá sea que en este viaje no tengo yo el cuerpo para ciudades y que me va el entorno rural. No sé. De cualquier forma, me dirigí al lugar en el que había quedado con Brian y Sheila, los padres de mi amigo Brian (sí, el marido de mi mejor amiga...)

La cita es para tomar el lunch en uno de esos sitios que son peligrosísimos para mí: El Atticus, uno de esos cafés con bookstore incorporado en el que yo soy capaz de pasar la tarde más feliz que un regaliz y salir con la visa tiritando del frío...

El padre de Brian es ex alumno de Yale y la verdad es que a mí me parecía una visita interesante de hacer, algo diferente. Y él amablemente se ofreció a llevarme por un camino de colleages por el que, sin duda, me hubiera perdido.

Cuando salimos del café (no miro nada por si acaso me tienta) me pregunta si quiero ir a algún sitio en especial. Como la verdad es que no tengo ni idea de cómo está estructurada la zona, me dejo guiar por la experiencia. Y esto funciona.

Brian dice que lo mejor es ir a la biblioteca, que es el edificio más llamativo. Y hacia allá vamos.

Según atravesamos Chapel Street aparecen los primeros edificios. Y por un momento recuerdo a los de Oxford y Cambridge. Realmente Nueva Inglaterra tiene el sello que dejaron los ingleses en muchos de los lugares donde se asentaron, y este no debia ser menos.

El camino es extraordinariamente agradable, es como si nos hubieramos escapado a Europa, y Brian aprovecha para contarme algunas curiosidades de la Universidad y de sus edificios. También me comenta que ha tenido ex alumnos ilustres que han llegado a ser presidentes como Clinton o Bush.
La universidad tiene un sistema de admisiones muy estricto y solamente admiten a un 10% de los inscritos, con lo que haber sido alumno es todo un honor, desde luego.

Después de un breve paseo en el que vemos los colleges por fuera, llegamos a la biblioteca. El edificio parece una iglesia, y aún más cuando uno entra en el enorme hall de entrada y se ve al fondo una vidriera gigante.

A la izquierda, según se entra, dos salas enormes llenas de cajones pequeños. Sheila me dice que era donde estaba toda la información sobre la biblioteca. No sé cuantos cajones habría... pero varios centenares seguro. No en vano Yale cuenta con el segundo sistema bibliotecario más grande de cualquier universidad.

Frente a estas dos salas, al otro lado del pasillo, unas salas gemelas a estas, pero diferentes. En estas otras hay ordenadores en fila, dispuestos a dar información al segundo, sin tener que rebuscar en los cajones... desde luego, internet acabará siendo considerado el invento del siglo...Vaya contraste...

En las alas siguientes, salas de lectura enormes, con sofás de cuero blando, de esos en los que uno se quedaría a pasar la tarde leyendo. De hecho no solo deben dar aspecto de cómodos sino que lo serán. Había algunos chicos tumbados en los sofás, sin zapatos, como si estuvieran en casa. No sé por qué pero no me imagino esto en la Complutense...

Salimos y tengo oportunidad de ver el patio, donde bajo un àrbol hay una chica leyendo. Y me pregunto si será consciente de la suerte que tiene.

El camino de vuelta al coche lo hacemos atravesando colleges. Pegados unos a otros y con distribución similar. Y en todos ellos un jardín interior que hace que, de repente, uno sienta como si hubiera vuelto a Europa...


1 comentario:

  1. Envidia total de morirse. Pero no sana ni nada. Esta es de verdad de la la buena, ea. ja ja ja

    Espero ansiosa el next chapter. :D

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