viernes, 14 de agosto de 2009

Nail Tique


Una de las cosas que me llamaron la atención cuando aterricè por primera vez en Estados Unidos fue que las funcionarias de aduanas llevaban unas uñas larguísimas y muy cuidadas. Y cuando hablo de larguísimas hablo de incomparablemente más largas que las que suelen llevar las mujeres en Europa, ni siquiera las que trabajan en pelis porno (esto me lo ha contado una amiga). Es por eso por lo que se pueden ver multitud de locales dedicados a hacer la manicura y pedicura.

Y como aquí todo el mundo lleva las uñas impecables y hay tantisima oferta, es dificil sustraerse a la tentación de pararse a ver si en esto, también son diferentes a los españoles.

Me acerco a Nail Tique, un local en el Westfarm Mall. Y lo primero que veo cuando asomo la cabeza es una doble fila de mesas con asientos. En estos y frente a las clientes, una serie de mujeres vietnamitas que pareciera que trabajaran en una cadena de produccion. No puedo evitar en este momento recordar ese lugar (no sé si mi hermana Bea lo recuerda)en el que me depilaba las piernas cuando iba a la facultad... creo que estaba en Moncloa o en San Bernardo. Un local en el que nos poníamos en fila y una mujer nos iba dando la cera una tras de otra. Luego volvía y nos quitaba la tira. No era muy higiénico pero era barato. Y nosotras eramos jóvenes. Incluso nos divertía. Que tiempos aquellos...
Bueno, que me enrollo... decido ser valiente y entrar. Me preguntan y digo con el mejor acento que puedo que quiero pedicura y manicura. La mujer me conduce a una línea de sofás enormes con un mini spa en los pies, me pone agua y da a un botón de un mando a distancia del brazo del sofá. ¿pero qué es esto? le pregunto cuando empiezo a moverme como si tuviese ataques epilepticos.... Un masaje, me contesta. En ese momento me doy cuenta que el super sofá, además de darte jacuzzi podal me va a dejar los nudos de la espalda más suaves que la seda.

Me descalzo, meto los pies en el agua, me pongo cómoda con el sofá y me preparo para disfrutar. Si, aunque parezca increible, disfruté. La pedicura que en Madrid me resulta un infierno y con la que paso unas cosquillas desagradables de morir, aquí es una experiencia deliciosa. Una mujer vietnamita, con bata blanca, guantes y mascarilla, trata a mis pies como si fuesen los únicos del mundo. Fantástico.

Me hace la pedicura francesa y pasamos a una de las mesitas a la manicura. Me pregunta que tipo de manicura quiero (esta es otra historia, que aquí cuando dices que quieres algo, empiezan a hacerte mil preguntas para definir). Le digo que la normal y le pregunto qué son esas cartulinas que dicen nail design. Me las enseña y ya entro casi en trance. 250 modelos de diseños de uñas de todo tipo: flores, rombos, líneas, en blanco y negro, en colores fluorescentes, op art, con el smiley, con papa noel, el árbol de navidad, números, letras, signos de todo tipo... un surtido alucinante. Y todas de un tamaño que harían palidecer a Barbra Streisand.

La mujer me pregunta si quiero uno de los diseños y yo respondo horrorizada que no. En realidad es un impulso, porque hubiera molado ver la cara de mis hermanas si aparezco en Madrid con las uñas pintadas con calabazas de Halloween...

Me deja unas uñas que en mi vida me las han dejado así. Me cobra 45$ (unos 30€), me desea feliz noche y me acompaña a la puerta.
Y yo me voy tan contenta a comprarme unas flip flop. Obviamente tengo que enseñar los dedos de los pies, no???

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