martes, 28 de julio de 2009

Swimming pool day



Una de las cosas que más me gustan del verano (y del año en general) es la sensación de, después de un buen baño en la piscina, secarme al sol. Creo que pocos placeres habrá comparados a este que además tiene la ventaja de que ni engorda ni es pecado, con lo que les gana por goleada.

Así que una de las cosas que le pregunté a Eric antes de venir es si había alguna piscina cercana. Y la hay. Curiosamente a tres minutos andando de su casa.
Claro que no todo podía ser perfecto, y Eric ignoraba si tenía pases de piscina, dónde y cómo funcionaban.

Pero me dijo eso de: "vé y dile al tipo que vives en mi casa y que te deje entrar...". Y esto pensaba yo hacer. Lo característico de este verano en Connecticut es que está siendo dominado por las tormentas y que muy buen tiempo no hace. Entre eso y que mi vida social está ocupando gran parte de mi tiempo, no tuve oportunidad de ir.

Ayer, viendo el weather forecast, dijeron que hoy haría bueno. Así que en previsión, y antes de tener que volverme a casa con mi toalla, mi libro y dos palmos de narices, ayer me pasé por la piscina a preguntar si me iban a dejar pasar.

El chico, un asiático con un acento atroz, me pidió el carnet. Y allí que iba yo con mi speech preparado: "Soy la habitante de la casa 310, el dueño está en España y no recuerda donde está su carnet, pero me ha dicho que me dejariaís entrar" (seguido por mi mejor sonrisa de: soy extranjera y rubia...)

Cuando ya pensaba que el tipo me iba a mandar a hacer puños para hoces, sorprendentemente coteja en su lista si Eric estaba y... bingo!!. Así que me da un formulario de tres folios para que lo rellene.

Yo, viendo el solecito, la piscina en forma de haba y el árbol gigante con hamaca debajo donde me pensaba poner al día siguiente le dije por supuesto a todo que sí, que me lo llevaba a casa y ya lo traía mañana.

Hoy, con nubes y claros he ido de nuevo. Eso sí, hoy ya con el kit de bañista piscinera clásica (bañador, toalla, pareo, bronceador, chanclas, libro e ipod) y... mala suerte... no estaba el vietnamita...

Cuando pensaba que iba a tener que explicarle de nuevo la historia al doble del Michael Jackson cuando este tenía 15, he pensado que mejor ir a la política de hechos consumados. Así que le he largado el papel relleno con los habitantes de la casa 310 (Eric, te he puesto a tí también... :D :D) y el tipo en dos minutos me ha traido un carnet plastificado con mi nombre. He flipado. Esto es eficiencia y fiarse de los otros, desde luego...

La piscina es muy agradable. Una praderita rodeando las dos piscinas: la de adulto y la infantil. Hay ardillas visitantes, no hay duchas (se supone que no les debe preocupar la grasa de los bronceadores), hamacas diseminadas y curiosamente mesas de las de hacer picnic en el campo... claro que cuando he visto que los pocos que venían lo hacían con fiambrera y nevera portatil, lo he entendido todo...

Así que me he pillado una hamaca y me he dispuesto a disfrutar del sol... cuando ya llevaba un rato he pensado que debería hablar con alguien, por eso de la práctica, pero lo que había por allí no era de mis perfiles favoritos: dos mujeres beyoncenianas, a lo suyo con sus niños, una mujer en la piscina, con gafas de bucear que se ha pasado todo el tiempo que he estado allí mirandose los pies bajo el agua, una pareja de jóvenes encantados de conocerse... menos mal que he descubierto a mi amiga perfecta del día...

Tiene 9 años y se llama Isabella. Este año ha aprendido a tirarse de cabeza, aunque le entra agua por la nariz y no le gusta. Por ese motivo, el pino lo hace tapándose la nariz con la mano y no le queda muy allá. La voltereta la hace mejor, y su especialidad es tirarse de canto.

Hemos hecho unas carreras en las que me ha ganado en todas, me ha dicho que ha venido con su tía (que se ha dedicado a pimplarse una bolsa gigante de pringles aprovechando que había colocado a la niña) y que a ella le gustaba mucho nadar y que quería ir a las olimpiadas.

Y todo esto con un inglés exento de esfuerzos por que la entendiera, por supuesto.

Hemos quedado en vernos el jueves y practicar cómo tirarnos de cabeza con salto. A ver como nos salen.

Después de esto, me he vuelto a casa porque tenía un curso de arreglos de jardín. Y es la primera vez que nos da plantón el profesor. El otro chico (al que por supuesto le he pegado una charleta importante, no lo hago por vicio sino por la crisis, que tengo que aprender inglés como sea...) estaba indignado y ha dicho que les iba a escribir para que le devolvieran su dinero y que no esperaba más (yo hubiera esperado algo más, la verdad) y que el barrio era fatal y que no debería quedarme sola allí.

Así que he puesto pies en polvorosa y me he venido para casa. Hoy he decidido darle al play en el CD del coche de Eric.
Y, mientras recorría la zona residencial de West Hartford, he escuchado la canción que probablemente menos le pegaba a este entorno... yo creía que solo a mí me gustaba esta canción...

Y cantando a grito limpio, llego, antes de que oscurezca, a Wisteria...

yo no te pido la luna
tan sólo quiero amarte
quiero se esa locura que vibra muy dentro de ti
yo no te pido la luna
sólo te pido el momento
de rescatar esta piel y robarme esa estrella
que vemos tú y yo al hacer el amor



2 comentarios:

  1. Qué gusto secarse al sol, efectivamente, especialmente para las que NUNCA nos dormimos:)

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