martes, 17 de agosto de 2010

A matter of trust



Recuerdo una conversación con Kerrie cuando estuve aquí para thanksgiving. Hablabamos del país ideal, de las cosas que sería maravilloso que tuviera nuestro lugar perfecto. Yo, de España, me quedo con la luz y el sol, con la espontaneidad de la gente, con el concepto de familia, la tortilla de patatas, el tinto de verano, las fiestas de los pueblos y mil cosas más. De USA me quedaría con ese refuerzo positivo constante, con su entusiasmo por todo, la amabilidad de la gente, el maiz, los bosques y sobre todo con la confianza.

Cada vez que tengo oportunidad de hablar con algún responsable de recursos humanos de alguna de mis empresas clientes, emito el mismo mensaje: la confianza genera confianza, y cuando la das, la recibes.

Esto es una de las cosas que creo que son claves aquí. En stop and shop te escaneas tú los productos. Y luego haces el total en la caja. Y nadie comprueba si hay alguno que no has escaneado y no vas a pagar. Recuerdo cuando fuimos a Amishlandia y en las granjas te podías encontrar mesas con verduras, frutas y una balanza romana. Y al lado un bote donde se supone que dejabas el dinero una vez que habías elegido y pesado aquello que querías. Y sin querer no pude evitar pensar en España y en qué ocurriría si importamos esta práctica. E inmediatamente pensé que la gente cogería los tomates y no los pesaría ni los pagaría. Porque además (y esto es lo peor de todo) pensaría que el que ha puesto semejante chiringuito es tontoelhaba y merece que le estafen. España es el país de la picaresca, y lamentablemente podríamos apostar a que ocurriría así.

O quizá no.

O quizá ocurriría en un primer momento. O en dos. Y puede que, si la gente ve que se confía en ella, respondiera positivamente. Y puede que en una generación o dos, o quizá en diez, las cosas fueran diferentes.

Lo que está claro es que si no hacemos ese primer esfuerzo nunca lo sabremos. Y dudo mucho que esto se pueda implementar sin un cambio social, sin un cambio en los valores, sin que dejemos de pensar en negativo de los demás por principio.

El otro día pasé por un jardín donde había muebles en venta. Sugerían que dejasen el dinero en el buzón. Y os juro que me dió envidia. Yo quiero esa confianza. Prometo no defraudar. De verdad.


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