jueves, 26 de noviembre de 2009

Un día en la High School




El día previo a thanksgiving fue un día interesante. Sue me acerca a West Hartford, a la High School donde trabaja Eric para que conozca una típica escuela americana.
Lo primero que impacta es el tamaño de la High School y el cómo está organizada. Tiene tres plantas en forma de H. En cada planta hay un departamento y nosotros subimos a la tercera, donde está el de idiomas en el que trabaja Eric.
Allí todo el mundo me saluda en castellano y se escucha en las conversaciones del pasillo. Suena raro, pero es simpático.

Eric me presenta a sus compañeros y alguno de ellos me pide que intervenga en su clase. Puede ser divertido. De momento, me voy con Eric a la suya donde sus alumnos están viendo "mar adentro". Una vista general me dice que los adolescentes son de un estilo en cada lugar del planeta. En este incorporan la gorra al revés, los pantalones por las rodillas y las melenas imposibles. Por lo que respecta a actitud, estilo y espabile... absolutamente intercambiables por los madrileños.

Me quedo a la siguiente hora donde tienen que hacer una redacción sobre thanksgiving. Es un grupo de nivel cuatro, que parece ser que no tiene mucho dominio del idioma, así que les cuesta. Les soplo algunas cosillas y veo como las chicas -como en España- se lo curran más y son más aplicadas.

Después de la clase, Eric me lleva a una visita guiada por la High School, y veo departamentos de teatro y psicología, impensables en España y el gimnasio que es como el de las pelis de HSM I a III...
Coincidimos con algunos ex-alumnos. El día previo a thanksgiving son todos bienvenidos y muchos aprovechan para dar señales de vida. Hay -o parece haber- una relación relajada y fluida con los profes. Bien

Colaboro con otro profe en una especie de trivial en castellano y antes de que nos demos cuenta se ha terminado la mañana, así que nos vamos al Mall a comprar una fuente para el pavo. Al salir, cambiamos de planes ya que el paseo por el reservoir resultaría algo incómodo con la lluvia, así que nos vamos directamente a la casa de Guy, una compañera de Eric, profesora de francés que parece que necesita asistencia culinaria.

Ella vive en una casa maravillosa en la montaña, rodeada de un bosque. En el camino paramos a hacer algunas fotos a casas que me llaman la atención y a unos pavos salvajes que encontramos en un jardín. Sí, como los del farville. Sorprendente.



Eric prepara con mucha pericia el relleno del pavo, una pie de cranberries y deja todo listo para el horno. Mientras lo hace, Chester y yo le damos conversación y pelamos manzanas y judías . Cuando llega Guy ya está casi listo todo. En un momento determinado, sale al bosque con entrañas del pavo para dárselo a los zorros, algo que yo nunca haría... que susto más grande... Le acompaño y me dice que tiene un sitio especial donde deja la comida para que ellos la encuentren. Todo esto para una urbanita como yo es francamente diferente.
Compartimos con ella un chile asesino y salimos temprano.

Al terminar, nos vamos a casa de los Chester donde mi amiga Talia está encantada de verme. Pitufito se hace el interesante, aunque a la hora ya somos amigos. Después de cenar, nos vamos a un bar. Parece ser que la noche previa a thanksgiving es la noche de marcha oficial.

Bajo la lluvia llegamos a un bar con buena pinta. Nada más entrar en él me siento como Mark Hamill en la guerra de las galaxias cuando entra al bar donde la gente tiene dos cabezas, tres trompas y aspectos variopintos totales. En este veo varios hermanos travestidos de Cher, un grupo de fans de star treck con el corte de pelo de Mr Spock, negros enormes con camisetas de fútbol americano y cadenas enormes y respetables abuelitos que pareciera que acababan de llegar de pescar.

A pesar de la primera impresión, la música es buena. Y pronto nos bailamos todo. Nos encontramos a una amiga de Eric que a su vez va con dos amigos. Uno de ellos es como un joven Dustin Hoffman y no se pierde pieza.

Después de tomar mil cervezas y copas todos menos yo (el chile me ha asesinado y creo además, que es una buena idea que conduzca), de bailar sin parar y de corear exitos de los 80 y los 90, decidimos irnos. No sin antes observar como el joven Dustin Hoffman cada vez está más suelto. Tanto que casi me dan ganas de decirle lo mismo que a Cleve... don't jump!!!

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