jueves, 23 de julio de 2009

Marhsalls



La primera vez que Carmen me dijo que tenía que ir a Marshalls, dijo que cuando llegara, lo primero en lo que iba a pensar es en matarla a la vuelta y pensar: ¿por qué narices Carmen me ha mandado aquí?. El otro día estuve en Marshalls y no tuve exactamente esa sensación. Luego supe el por qué: no había ido al big big Marshalls....

Lo primero que presagia la catástrofe es una hilera kilométrica de carros de plástico (mucho menos pesados que los de nuestro Carrefour) a la espera de clientes.
Cuando las puertas se abren y el golpe de aire frío te da la bienvenida, la mirada no alcanza para ver el final. En ese momento da hasta agonía -que dirían los andaluces- pensar en lo que queda por delante.


La sección de ropa es simplemente inmensa. Enormes hileras de percheros, ordenados por tallas en los que lo mismo puedes encontrar un vestido de tirantes tipo tienda de chino que un modelo original de Donna Karan, Tommy Hilfiger o Ralph Laurent.

En esta ocasión, prefiero dejar la ropa en segundo término. Hay tanta que no tendría tiempo. Así que optamos por decidirnos a visitar la sección de zapatos. Estados Unidos es el reino de las flip flop (zapatillas de chancla de toda la vida en Madrid). Las hay de todo tipo de modelos, colores y diseñadores. Nos probamos mil y no nos compramos ninguna a pesar de que en un arranque consumista podría habérmelas comprado todas, pero pienso en todo el tiempo que me queda por aquí y en otras oportunidades que tendré de venir.

Paseamos por la ropa de niño y alucino. Modelos de Timberland con camiseta, sudadera y vaqueros originales para niños de un año y pico 14.99 (alrededor de 10 euros). Zapatillas all star unos 9 euros al cambio. Me pregunto por qué la ropa será tan cara en Madrid en comparación a esta...

Pero el acabose llega en la sección de ropa interior. En Madrid, si tu talla es mayor que la 90, te ves abocada a ir con sujetadores de yayona o a pagar un congo por cada uno de ellos. Aquí veo hasta la talla 115 en muchos de ellos. Y no los típicos, sino una variedad espectacular: de todos los colores, los modelos, de rayas, de cuadros, de flores, de colores fluorescentes, de camuflaje... impresionante!!. Me llevo 8 al fitting room y me divierten muchisimo. Miro los precios: 10,99$ (alrededor de 7€). Va a ser el momento de la renovación de mi underwear...

Seguimos avanzando y vamos a la sección de muebles. Veo una cómoda pintada a mano, preciosa por 129$ (90€)y pienso en mis recién comprado muebles de El Globo que me han costado un poco más... Voy a la sección de menaje, a la de plantas, alfombras, maletas y sigo alucinando con los precios.

Llega un momento en que uno se siente algo superado y hay que huir. Menos mal que salimos a tiempo para tomar el lunch en Max Amore, un lugar encantador, como ese en el que tomaban copas cada tarde los protagonistas de Ally McBeal.

Le pregunto a Sue como va el sistema de propinas aquí. Ni corta ni perezosa le cuenta a nuestra camarera que soy de fuera y que estoy interesada en ello y la camarera, amablemente me comenta que tienen un sueldo fijo bajo (alrededor de 100$ a la semana) y que el resto de su salario depende de las propinas (me imagino preguntando esto a un camarero en Madrid y pienso la cara que me hubieran puesto)

Terminamos la tarde en un shopping center estupendo. Entro en Jill's y me gusta todo. Vamos directamente a la sección de Sale y encuentro una blusa estupenda. No la tienen de mi talla asi que llama a todas las tiendas y queda en mandarla a casa de Sue con el precio rebajado y sin cargo adicional. Increible. Cuanto tenemos que aprender en lo que se refiere a atención al cliente en nuestro país...

De camino a casa de Sue paro en un cementerio cercano. Tan diferente a los nuestros. Mucho menos pretencioso, solo hierba y pequeñas lápidas alineadas. Me siento al lado de un árbol gigantesco y siento la paz de ese lugar. Más tarde le pregunto a Brad y me dice que solo en Nueva Orleans las tumbas están por encima de tierra. Esto recuerdo haberlo escuchado cuando fuimos allí y nos contaron que estaban en alto porque las crecidas del Mississipi hacían que a veces los muertos aparecieran en cualquier sitio. Parece ser que este peligro no lo tenemos aquí (gracias a Dios).

Después de un ratito me dirijo a Durham donde vamos a cenar con Emily, la prima de Eric y su novio. Ella, encantadora, me cuenta su viaje a Yellowstone y a Glacier Park. Cenamos en una mesa en el jardín, en la parte trasera de la casa y disfrutamos de una temperatura excelente y de un atardecer precioso.

Cuando empieza a oscurecer vuelvo a casa. Localizo una emisora que es como nuestra M80. Y antes de que sea consciente de que he hecho el camino, llego a la desviación de Corvin Corner...


1 comentario:

  1. Y no te pierdas en Marshalls la sección de ropa de cama. Y las toallas para la playa.
    No te olvides la toalla cuando vayas a la playa, uoó, shalalá.

    ResponderEliminar